María Socorro Entrena Jiménez (2001) propone tres criterios para organizar la gran variedad de instituciones, programas y medios que se hallan insertos en este tipo de educación:
El primer criterio alude a las funciones de la educación no formal y son las siguientes:
a. Las relacionadas con la educación no formal
b. Las relacionadas con el trabajo
c. Las relacionadas con el ocio y la formación cultural desinteresada
d. Las relacionadas con otros aspectos de la vida cotidiana.
El segundo criterio hace referencia a los destinatarios teniendo en cuenta su etapa evolutiva: niños, adolescentes, jóvenes, adultos y adultos mayores.
El tercero plantea la división en términos de población en general y grupos sociales con determinadas características físicas, sociales, culturales o psíquicas.
Esta organización es de suma utilidad dado que permite contextualizar a los destinatarios y con ello comenzar a delimitar potenciales prácticas profesionales.
Es decir, si los destinatarios son adultos que trabajan, la función de la educación no formal estará focalizada con las prácticas laborales y al mismo tiempo se circunscribirá a un grupo etario con necesidades peculiares en lo que respecta a sus características físicas, sociales y culturales.
Una vez delimitado el campo de inserción, es pertinente reflexionar desde que sustento teórico se abordarán las intervenciones.
2. DESARROLLO DE CARRERA EN NUEVOS CONTEXTOS
En la actualidad, los procesos de globalización con sus profundas consecuencias (minimización de costos, capacidades de: movilidad, fabricación de información, de bienes y servicios e incluso de personas, pérdida de antiguos puestos de trabajo y generación de otros nuevos basados en las nuevas tecnologías) requieren:
Por un lado “adaptabilidad y ajuste de calificación por parte de los trabajadores y empresas. [...Por el otro trabajadores con...] un conocimiento más general, un lenguaje informático básico y diversas habilidades vocacionales para poder adquirir capacidades múltiples e interpersonales y competencias sociales, dada la creciente confianza en el trabajo en equipo y en red.” [1]
Por otro lado, el contexto de producción de las prácticas sociales, en otras palabras, el período histórico por el que estamos atravesando: Alta Modernidad o Modernidad tardía o reciente, Segunda modernidad o tiempo social tardío moderno (Giddens, 1993, 1995, 2001; Beck, 2002b). Todas estas denominaciones, hablan de una nueva forma de reorganizar el espacio y el tiempo como así también de los significativos cambios sociales que se producen debido al inexorable avance de las nuevas tecnologías, dichos cambios conllevan en sí dimensiones universalizantes que gradualmente desdibujan las fronteras materiales y sociales y afectan hasta lo más íntimo y privado de la cotidianeidad del sujeto. Sin embargo, han desatado un nuevo proceso de desarrollo de nexos a escala mundial (Giddens, 2001) que rápida y significativamente han ido modificando nuestras vidas,”...conducido por unas fuerzas (aparentemente) anónimas que operan por todo el planeta de manera borrosa e indomable, las cuáles están más allá del alcance de la capacidad de planificación y acción de cualquier individuo en particular (Bauman, 2001b).
Este período ha modificado las sociedades modernas, hasta convertirlas en algo único y diferente de sus antecesoras. Se las han denominado como sociedad postradicional, sociedad postindustrial (Johansson, 2000); hipermodernidad (Balandier, 1994 citado por Barman 2001a); sociedad informacional, la sociedad del conocimiento o la era de la información y de las revoluciones tecnológicas (Castells, 1998; Touraine, 2002). Sin embargo, estos términos son reduccionistas porque aluden a un aspecto de la sociedad, cuando la misma presenta dimensiones más complejas.
La creación de nuevos instituyentes sociales, basados en las significativas transformaciones de las instituciones modernas tradicionales (trabajo, familia, pareja, género, iglesias, democracia, Estado, sociedad civil, partidos políticos, etc.) repercuten en las condiciones de vida de la gente, en su manera de vivir y pensar su futuro.
En síntesis, la sociedad del nuevo milenio se caracteriza, principalmente, por ser una “sociedad del conocimiento”. Esto genera una nueva transformación de las responsabilidades de los trabajadores basadas en el mejoramiento e incremento de sus capacidades a partir de un aprendizaje permanente para estar en constante perfeccionamiento.
Empleos cambiantes y seguridad laboral a corto plazo configuran carreras mas fragmentadas, a las que se las denominan biografías de patch-work (Jenschke, Bernhard; 2003) y necesitan una orientación y asesoramiento mas acotado para las constantes transiciones de la carrera (Rodriguez Moreno; 1998)
La “carrera”, tal como es concebida desde esta perspectiva, no es un recorrido lineal y acumulativo que transita el sujeto, sino por el contrario, se construye a partir de una apropiación idiosincrásica que realiza el consultante- de su realidad objetiva y subjetiva-, en donde “lo objetivo (deberes observables, prerrogativas, requisitos; etc) produce un modo de hacer y desemboca en una serie de sentimientos, aspiraciones y reflexiones personales que van delimitando y dibujando la carrera de un individuo en particular”[2] y lo subjetivo deviene de cómo cada sujeto significa su carrera, sus historias personales, sus capacidades, actitudes y creencias (Arnold y Jackson, 1997).
Esta apropiación tanto en los niveles subjetivos como objetivos le permite construir una identidad de la carrera (Meijers,1998).
De esta manera, se observa un plus de significatividad del término carrera, donde existe una intima vinculación entre la vida y el trabajo, puesto que sobrepasa la oferta, demanda y recursos que aluden a lo estrictamente económico, para incluir aspectos psicológicos, sociológicos y políticos. Por eso es necesario pensar a la carrera en términos de planificación y/o administración, puesto que el desarrollo de la carrera tiene una estrecha conexión con la planificación total de la vida o el proyecto vital de cada sujeto. Este corrimiento plantea la necesidad de una educación para la carrera y una ampliación de los sujetos orientados.
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